Independientemente de creencias y religión, muchos de nosotros estamos de acuerdo que la oración es la herramienta fundamental para comunicarnos con Dios.
Hace algunos años, llegó a mis oídos el relato de un medico de emergencias que en un dia de trabajo fue testigo de un fenómeno que puede considerarse un milagro.
Sucedió que llegó una ambulancia a la sala de emergencias con una muchacha víctima de una fatalidad combinada entre enfermedad congénita y un accidente de tránsito. Los médicos actuaron con celeridad para mantener con vida a la muchacha, los galenos se centraron en estabilizar los signos vitales antes de proceder a solucionar los estragos del accidente y lidear con su enfermedad. Pese a todos los esfuerzos, la muchacha falleció a las pocas horas de haber ingresado a la sala.
Luego de algunos años, por alguna extraña coincidencia, otra joven mujer llegó a la sala en peores circunstancias de las que llegó la muchacha que falleció, otro fatal accidente y se repetía la enfermedad. El equipo medico recordó el caso anterior y al ver que se encontraba en peores condiciones decidieron no hacer padecer a la muchacha con los dolorosos procesos necesarios para estabilizar su vida, se conformaron con reunir a todas las personas posibles del hostipal al rededor de la cama de la muchacha accidentada. A la orden del médico principal, todos se tomaron las manos, agacharon sus cabezas y empezaron a orar por el bien de la víctima. Lo que sucedió posteriormente fue sorprendente, entre la serenidad y silencio de los asistentes, los pitidos que marcan sus signos vitales empezaron a nivelarse, la hemorragia terminó y lentamente aquela mujer recobrò la conciencia. Todos los medicos quedaron atónitos frente a aquel extraño hecho, un milagro había sucedido ante sus ojos.
Este testimónio sirvió a un grupo de teólogos e investigadores para demostrar los poderes de la oración con bases y testimonios de personas con caracter científico.
Es posible que el simple hecho de cerrar los ojos, serenar el cuerpo y empezar a tararear palabras al aire con la intención de comunicarse con Dios, nos pudiese sacar de peligros, librarnos de enfermedades y brindarnos paz al cuerpo y la mente? La respuesta es sí.
La oración es más que una acción terrenal, es el acto espiritual mediante el cual el corazón tiene oportunidad de sincerarse con Dios, librarse de culpas y penas para entablar la más sublime conversación con aquel superior que siempre vela por nuestro bienestar.
Muchos de nosotros podemos dar fé de este fenómeno, tenemos la inconciente confianza que al orar nuestros padecimientos se irán, el dolor morirá y la felicidad llenará nuestras vidas. Instintivamente buscamos las palabras indicadas para dedicarselas a Dios con la finalidad de que seamos escuchados y librados de adversidades.
Para orar no son necesarias las palabras, hay que hablar con Dios usando el corazón, sentir mil veces más fuerte los sentimientos que nos llenan y admitir las culpas con el Creador, es necesario dedicarle la mayor cantidad de tiempo posible y en completa soledad o acompañado de alguien de confianza.
A veces, por algún extraño propósito de Dios, los resultados de nuestra oración vienen mucho tiempo después y muchas veces como señales que se debe interpretar correctamente.
El Cerbero da testimonio del poder de la oración, y recomienda que se cultive a manera de hábito para no solo buscar a Dios en tiempo de tormenta.
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