lunes, 4 de febrero de 2019

Del asesinato, considerado como una de las bellas artes



Osado título para lectura ligera pero exacto y elegante para humor negro, el primer pensamiento que trae a la mente es: Puede considerarse al asesinato como una de las bellas artes?

Fue durante un estudio de la obra de Bierce Ambrose cuando supe de la existencia de esta magnífica obra. La curiosidad me empujó a buscar versiones libres en pdf y apenas encontré una, me dediqué a devorar sus páginas en las noches de insomnio que por lo entretenido del libro, se iban agravando conforme avanzaba en sus trama. Su composición es una sublime muestra de erudición y elocuencia al utilizar locuciones y máximas latinas que obligan a buscar un diccionario para lograr entender a cabalidad el sentido de sus párrafos. Toca temas tan diversos pero relacionados alrededor del asesinato que es común sentir que una página ha sido escrita por un completo depravado sanguinario para encontrarse en la siguiente un análisis ético con trasfondo filosófico digno de un estudiante de Salamanca. Es por excelencia, un texto rico en juicios morales,de anécdotas bizarras y de conjeturas a la historia llenas de inobservancias que llevan a lo absurdo relatos bíblicos con aportes irrelevantes y poco acertados.

Como verbigracia de mis palabras, transcribo dos párrafos del Tratado Segundo de la obra donde se explica el verdadero motivo de la discordia entre Abel y Caín:

 Acto seguido hizo un interesante resumen del
informe, en que se demostraba la gran importancia que en otro tiempo
dieran a los instrumentos los padres de la Iglesia, tanto griegos como
latinos. Confirmó este hecho tan grato con una curiosa exposición sobre la
obra más temprana del arte antediluviano. El padre Mersenne, erudito
católico francés, afirma en la página mil cuatrocientos treinta y uno de su
trabajoso comentario al Génesis, apoyándose en la autoridad de varios
rabinos, que la causa de la pelea entre Caín y Abel fue una muchacha;
que, conforme a diversas versiones, Caín se valió de sus dientes (Abelem
fuisse morsibus dilaceratum a Cain); y, con arreglo a otras muchas, de una
quijada de burro, instrumento que prefieren la mayoría de los pintores.
Todo espíritu sensible se sentirá complacido al saber que, a medida que
adelantó la ciencia, se adoptaron puntos de vista más sólidos. Un autor se
inclina por una horquilla, San Crisóstomo por una espada, Ireneo por una
guadaña y Prudencio, poeta cristiano del siglo cuarto, por una podadera de
setos. Este último autor opina que:
«Frater, probatae sanctitatis aemulus, Germana curvo colla frangit
sarculo», es decir que su hermano, celoso de su comprobada santidad, lo
degüella con una podadera curva. «Todo lo cual presenta a ustedes
respetuosamente el Comité, no porque resuelva el problema (que no lo
resuelve) sino para dejar grabada en las mentes juveniles la importancia
que asignaban a los instrumentos hombres como Crisóstomo o Ireneo».

 Ibidem

Analizando el fondo, lo que deja un amargo pensamiento en la conciencia sobre el tema, es moral, ètico, legal y sobre todo; saludable para cualquier persona en pleno gozo de su cordura hablar del asesinato como una obra de arte digna de almirarse? Sobre esto Quincey hace la siguiente aclaración:


Pero antes de comenzar me gustaría dirigir unas palabras a ciertos mojigatos que tachan de inmoral a nuestra Sociedad. ¡Inmoral! ¡Qué Júpiter nos asista! Estoy y siempre estaré a favor de la moralidad, la virtud y todas esas cosas. Firmemente mantengo que el asesinato está en una línea de conducta indebida, de lo más indebida. Y no me cansaré de decir que todo aquél que se dedica al asesinato razona de forma muy equivocada y que sus principios son erróneos... Pero una vez cometido el asesinato, ¿qué podemos hacer?, sino contemplarlo estéticamente (como dicen los alemanes), es decir, en relación con el buen gusto.

 Ibidem

Ha tenido que pasar cerca de 2 años desde que terminé de leer esta obra para arriesgarme siquiera a hablar de ella, confieso que la disfruté mucho por la cantidad y calidad de filosofía con la que cuenta. Aunque algunas personas puedan encontrarla algo grotesca y vulgar, es correcto aclarar que no es más que un ensayo que nos invita a la reflexión y al análisis del contexto en el que se encamina un asesinato, es la persona, el lugar y el artista quien conciben un hecho que pasa a la historia como un lo que fue y no como un lo que pudo haber sido.

Después de 2 siglos, está vigente la obra de Quincey? el fondo de mi conciencia desearía responder que no a la interrogante pero los sucesos de la modernidad me empujan a pensar lo contrario. El asesinato nos llena la tv, el radio y la prensa escrita, por desgracia es tan fácil viralizar por redes sociales que estoy seguro que más de uno de mis lectores tiene en sus teléfonos celulares vídeos donde se registra algún asesinato. Estamos expuestos a la violencia desde tan temprana edad que se ha concebido el concepto de Cultura de Muerte, es común en conversaciones entre amigos los términos de estrangulación, homicidio, disparos, muertes y asesinatos. Como dijo en clase uno de mis maestros, nos insensibilizamos, cada vez es más difícil asustarnos, cada día nos escandalizan menos los hechos de sangre siendo una señal clara de la indiferencia que tenemos hacia el prójimo y de la poca importancia que le damos. Es vergonzoso pensar como el asesinato se ha vuelto parte indeseable de nuestras vidas, es ese tumor ponzoñoso que se difunde entre las conciencias al punto de que nos sentimos cómodos viendo y compartiendo por redes vídeos de homicidios lo que nos convierte a nosotros en respetables miembros de la Sociedad de Conocedores del Asesinato. La actitud que tomamos ante lo antes expuesto, nos brinda una idea de la decadencia de la humanidad y del poco valor que le da a un hecho que hace dos siglos nos horrorizaba y que ahora es ni más ni menos una práctica.

Pregúntate pues, qué diría Quincey si viviera en nuestros tiempos? su obra sería un escándalo como lo fue antaño? o sería solo otro texto de crónica roja desatinado?

Recomiendo esta obra a todos aquellos que desean hacer un juicio moral a las circunstancias de nuestra sociedad partiendo de la importancia que se le da al tema del asesinato.

Desde mi amada Dite, un saludo.

Ubi est Canem Cerberus?

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