viernes, 31 de julio de 2015

Mary Celeste





El teatro, el cine, la televisión y la radio nos familiarizaron con historias sobre casas embrujadas, objetos malditos y lugares condenados a la desgracia. Todos y cada uno de estos lugares o estas cosas tienen ligadas asesinatos, suicidios o embrujos siendo casi siempre algún fantasma el culpable de los escalofriantes hechos que ocurren a los valientes que se atreven a retar a lo sobrenatural.

El hecho es que los barcos no están libres de encantamientos o maldiciones, es más, en la antigüedad los primeros navegantes mantenían una serie de rituales a bordo para liberar al barco y a su tripulación de las  desgracias, existían fuertes castigos para aquellos osados que se atrevían a contradecir las supersticiones. El miedo era tal que existen registros de piratas condenados a muerte por cometer un acto considerado de mal agüero trayendo la mala suerte al barco.

Revisando las bitácoras navales, podemos encontrarnos con decenas de casos inexplicables sucedidos en alta mar a barcos que sufrieron la repentina desaparición de toda la tripulación en circunstancias poco probables. Uno de los más antiguos versa sobre el Mary Celeste.

Se trata de un bergantin construido en Nueva Escocia en 1861. Su primer capitán no pudo comandarlo ya que murió ahogado, al segundo le aconteció lo mismo en el viaje inaugural, marcando de manera definitiva la mala suerte de este buque. Después de una fuerte tormenta el Mary quedó varado en tierra por algunos años hasta 1869 cuando fue adquirido por un comerciante estadounidense, modificado y botado nuevamente a la mar.

La desgracia continuó con su tercer capitán, Benjamín Briggs, era un experimentado marinero al mando de una tripulación de 7 hombres, su esposa y su hija de 2 años. Su misión era el transporte de alcohol industrial a Italia. Zarparon un 5 de noviembre de 1872 y dieron al mundo el misterio más afamado de la náutica mundial.

Un mes después el Mary Celeste fue encontrado navegando errante por la tripulación del Dei Gratia (Gracia Divina) cerca de Azores, no se observó personal en la inmediaciones del barco ni en el puente de mando. El capitán David Morehouse al mando del Dei Gratia ordenó a algunos de sus marineros abordar el buque y buscar señales de la tripulación y  de la familia del capitán.

Los marineros encontraron pocas irregularidades a bordo como por ejemplo: faltaba el bote salvavidas, el sextante, el cronómetro y la bitácora, el camarote del capitán estaba en orden, parecía estar cubierto de un brillo espectral que atemorizó a los nuevos visitantes.

El informe presentado al Almirantazgo encargado de las investigaciones de este caso cita:


Embarcamos en la chalupa 5 marinos y yo, cumpliendo ordenes del capitán Morehouse; la distancia entre ambos barcos era de unos cientos de metros.

El barco era impulsado por una suave brisa, que lo hacia navegar aproximadamente a 2 nudos; a fin de poder abordarlo remamos hasta abarloarnos por la amura de babor desde donde venia el viento, haciéndolo así, a fin de evitar que por la deriva el barco nos cayera encima. Luego de hacer firme un rezón a los acolladores del palo mayor logramos poder abordar.

Luego de una rápida inspección pude comprobar que el barco estaba desierto, el único bote había desaparecido, colgando de la popa restos del aparejo para izarlo; daba la impresión de haber sido cortado en rápida huida. Comprobamos que el antepecho lateral, correspondiente al lugar donde debió arriarse el bote, continuaba abierto; lo cual a mi entender, es otro indicio de una posible huida precipitada.

Sobre cubierta la escotilla principal y la de carga permanecían cerradas, pero la anterior que da al sollado de los marineros y la posterior que comunica con el camarote del capitán y oficiales estaban abiertas, también lo estaba la de la despensa.

Sobre cubierta encontramos tirada la barra de sondeo, e inmediatamente la utilice para comprobar el agua que había en la sentina, verificando que solo tenia 1 metro, lo que me pareció razonable para un barco de esas características, no siendo motivo de abandono.

El aparejo se encontraba preparado como para mal tiempo, más precisamente como para correr un temporal, ya que solo estaban izados el Foque, el Petifoque, la trinqueta estaba arriada y solo portaban el juanete fijo y el volante. Notamos que la burda volante se hallaba enredada, la driza de la cangreja se había roto, y la vela de sobregavia también estaba arriada.

Luego de la inspección en cubierta procedimos a revisar en detalle el interior, lo primero que nos llamo la atención fue que había restos de comida, colocados con orden en la mesa; también estaban ordenados una serie de objetos pequeños en mesas y estantes, hecho que nos llevo a pensar que si hubiera habido un temporal o colisión se hubieran caído.

Encontramos un sable cerca de una de las escotillas abiertas y su hoja estaba manchada por algo que parecía sangre ( después se supo que era oxido ).

La ropa en el camarote del capitán, que supongo pertenecerían a él y a su familia, se encontraban ordenadas en sus baúles. Encontramos también en sus lugares el dinero y equipaje de la tripulación.

El diario de navegación lo encontramos en la camareta del capitán, lo cual nos sorprendió pues no es su lugar habitual; la última anotación era del 24 / 11 / 1872 ; y en ella no se consignaba nada extraordinario que pudiera explicar la desaparición de la tripulación.

Notamos que faltaba la documentación del barco, un sextante y algunas provisiones


Respecto de la carga que eran barriles de alcohol, 9 estaban vacíos y en mal estado. .


El bergantín fue trasladado hasta Gibraltar donde se cobró la recompensa por su recuperación, fue entregado a las autoridades de puerto para las investigaciones de rigor, Morehouse fue interrogado ya que se sospechaba que éste había conspirado con Briggs para simular su desaparición y cobrar una jugosa glosa a la compañía aseguradora. Luego se pudo demostrar que estas eran solo especulaciones y Morehouse quedo libre de toda sospecha. 

Esto dio paso a que diversas teorías se planteen para intentar explicar lo acontecido a los tripulantes de Mary Celeste; inclusive, Sir Arthur Conan Doyle, escribió una historia inspirada en los hechos. Se dice que una noche hubo un gran destello que ilumino al Mary que se encontraba en el puerto. Posteriormente este empezó a navegar sólo dejando una mancha roja en el mar con su paso.

La verdad es que la suerte de la embarcación no cambio en absoluto, al pasar de dueño y de oficio las desgracias continuaron hasta que finalmente, encalló en 1885 en costas haitianas, quedando fuera de servicio. 

Muchas personas piensan que la muerte de sus dos primeros capitanes retribuyó a la mala fortuna del barco, que en plena jornada de trabajo se quedó sin tripulación ni capitán, desapareciendo en misteriosos sucesos.

Nos encontramos con uno de las historias mas apasionantes de la vida naval.




Desde mi amada Dite un saludo.